Z-40: Una avenida más de alta capacidad

Zaragoza, 13 de Junio de 2018

La culminación del cuarto cinturón de Zaragoza, de 23 kilómetros de longitud, se convirtió en el 2008 en una de las inversiones más importantes del Ministerio de Fomento en Zaragoza. Con dos proyectos diferenciados, la Ronda Este y el nuevo acceso norte a la capital, que juntos supusieron un desembolso de casi 130 millones de euros. Pero hoy, diez años después, se puede apreciar como la que más han abrazado los zaragozanos. Su utilización, al conseguir un anillo alrededor de la ciudad que conecta con todas las carreteras nacionales y autovías de entrada y salida, alcanza hoy los 86.000 vehículos diarios en algunos tramos y ha incrementado la intensidad media de vehículos en un 30% de media en solo 6 años.

Se trata de una infraestructura que llamaba a completar las que ya existían, los tramos que conectaban las autovías hacia Teruel, Madrid, Huesca y Barcelona, así como la carretera de Castellón, en dirección a la costa. Era un anillo incompleto que las inversiones que atrajo la Expo consiguieron completar. Con el cierre por el este, como especial logro y quebradero de cabeza. La obra, sin ir más lejos, se adjudicó por 68,45 millones, tuvo dos modificados que lo elevaron a 85,98 y acabó costando casi 90 tras un largo trasiego por los tribunales (en la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo) por los sobrecostes que denunció la contratista, la UTE formada por Grupo MLN y Obrascón Huarte. Pedía 26 millones más pero se le acabó reconociendo su derecho a percibir solo 3,9 adicionales.

Porque la ejecución de esta infraestructura tan utilizada en la actualidad, tuvo un largo listado de imprevistos. Y de entresijos que hoy se conocen como algo anecdótico. Como la orden dada por el entonces secretario de Estado de Infraestructuras, el oscense Víctor Morlán, de que este tramo se pusiera en servicio «39 días antes» de la terminación que figuraba en el contrato, fijada para el 14 de julio del 2008. Estrenarlo antes de la muestra, el 5 de junio, a nueve días de que la Expo abriera sus puertas, a punto estuvo de incrementar la factura en 406.478,41 euros.

También fue destacado que a la hora de construir el túnel de Santa Isabel, por donde ahora circulan miles de vehículos a diario, se tuvieron que parar los trabajos durante un año porque resultó que el ministerio no era aún el propietario de los terrenos de un proyecto redactado y licitado, y adjudicado un mes antes. Esa «no disponibilidad de terrenos» casi le cuesta en el juicio los 447.376,09 euros que pedía la contratista a Fomento. Porque fue reconocida hasta por el Consejo de Obras Públicas que defendía la causa. Se paralizó desde julio del 2005 a julio del 2006, y el contrato se había firmado el 30 de junio del 2005. Así que los 31 meses que iba a durar la obra se convirtieron en 37.

Una vez concluida, tres requerimientos de la UTE –el 22 de diciembre del 2009, el 25 de noviembre del 2010 y el 30 de septiembre del 2011– para exigir los sobrecostes. La desestimación de Fomento, por silencio administrativo, derivó en el contencioso-administrativo.

Sin embargo, los actos vandálicos que sufrió (en el alumbrado), con daños por valor de 1,14 millones; los cálculos erróneos que se hicieron para el movimiento de tierras, al contar con unas canteras, las de Margalejo, que nunca se llegaron a usar porque estaba siendo utilizada para las obras en Plaza, que elevó la factura en 837.612,49 euros, o para encontrar material para la escollera en el Ebro, que la encareció en 496.572,31, fueron algunos de esos imprevistos que le salieron caros. Para pagar a una UTE que llegó a reclamar por el aumento del precio del petróleo o de los bituminosos, y por la avenida extraordinaria del Ebro –reclamó 625.090,42 euros–, días antes de la Expo.

Pero no hay gran infraestructura que no esté exenta de hándicaps en su ejecución. Sobresaltos que hoy se ven como algo lejano, ya que para la ciudad quedó para siempre el espectacular viaducto que cruza el Ebro en el tramo entre Santa Isabel y Puerto Venecia, o una vía de alta capacidad que ha sido fundamental para absorber el tráfico que, después del 2008, atrajo el macrocomplejo comercial más grande de Zaragoza.

También el nuevo acceso norte de Zaragoza supuso una significativa transformación en un paso, la confluencia de la carretera de Huesca con la Ronda Norte y la avenida de los Pirineos, que cambió totalmente los movimientos cotidianos. Un paso elevado que sustituyó a un túnel, para facilitar el entronque necesario con una nueva A-2 en la que el tráfico de paso se concentra en la plataforma central, y el doméstico por dos vías de servicio que enlaza con cada uno de los barrios colindantes. No es de extrañar que hoy para muchos sea como una gran avenida de la ciudad.

Se ha consolidado como una de las arterias principales, al haberse complicado el tránsito por el centro de la ciudad. Miles de vehículos han acabado desplazados al tercer y cuarto cinturón porque los movimientos son más rápidos que por dentro de Zaragoza.

INDISPENSABLE

Eso ha hecho que las cifras se disparen. En el 2012, la intensidad media de vehículos apenas rebasaba los 52.000 coches y camiones en los tramos más utilizados, y ahora esa misma cifra se rebasa en casi todos, especialmente en todo el arco comprendido desde la conexión con Plaza hasta la de la autovía Mudéjar y los polígonos de Cogullada y Malpica.

El más utilizado, el de la Ronda Norte, donde los más de 68.000 vehículos diarios que había hace cinco años se han convertido en más de 84.000. Esta circunvalación de cerca de 23 kilómetros de longitud conecta con los grandes centros de actividad económica o comercial, o de servicios al ciudadano como la intermodal de Delicias y la Ciudad de la Justicia. Y los nuevos barrios, Valdespartera y Arcosur, tienen en la Z-40 un aliado indispensable.

Fuente: El Periodico de Aragon