Cómo ven la Expo quienes no vieron la Expo

Zaragoza 12 de Junio de 2022

Sergio Lou, Hugo Gutiérrez, Emma Centelles, Mar Arguilé y Vera Alonso, fotografiados
junto al Alma del Ebro, uno de los iconos de la Expo de Ranillas.Sergio Lou, Hugo
Gutiérrez, Emma Centelles, Mar Arguilé y Vera Alonso, fotografiados junto al Alma
del Ebro, uno de los iconos de la Expo de Ranillas.Oliver Duch
Curiosidad, imaginación y fantasía tienen a raudales. Tanto que, aguantando la risa,
pueden preguntar si hay pirañas o tiburones en el Ebro, aunque sepan bien que lo más
parecido son siluros de casi tres metros. Los jóvenes nacidos en 2008, y que
únicamente conocen la Expo de oídas, ‘lo flipan’ cuando se les cuenta que durante
tres mágicos meses una hilera de pingüinos se precipitaba al río todas las noches
desde un iceberg gigante. Un iceberg, sí, imperturbable a sus buenos 40 grados de
agosto. Mañana se cumplen 14 años de la inauguración de aquella inolvidable cita
para la historia de Zaragoza, que se prolongó durante 93 días y atrajo a 5,6
millones de visitantes. 
¿Qué saben de la Expo los adolescentes que no vivieron la Expo? "Hemos visto fotos
de cuando apenas teníamos tres meses con nuestros padres, aquí, en carrito y
paseando por la ribera", comenta Emma Centelles, en una calurosa tarde junto a la
escultura del Alma del Ebro. Ellas y sus amigas, Mar Arguilé y Vera Alonso, son
nacidas en 2008 y –obviamente– no guardan recuerdo de lo sucedido hace 14 años, pero
sí tienen nociones de lo que fue la Expo.
"Nos han contado que había mucha expectación porque ganamos un concurso
internacional y a la gente le hacía mucha ilusión celebrarlo en Zaragoza", comentan
las tres. Aunque fue el 14 de junio de 2008 cuando se hizo realidad aquel sueño,
otra fecha para el recuerdo es la del 16 de diciembre de 2004, cuando el BIE decidió
en París que el proyecto zaragozano era más convincente que los de las ciudades de
Trieste (Italia) y Tesalónica (Grecia). "La Expo era algo importante porque iba a
venir un montón de gente de todos los sitios del mundo", dice Mar, rodeada de lo que
fueron "unos pabellones que representaban por dentro el país del que procedían". A
Vera, incluso, aprovechando el tirón de la Expo vino a conocerla su familia de
Estados Unidos, a la que solo ha visto en un par de ocasiones.

Muchos colegios aún usan el material didáctico de la Expo en temas sobre medio
ambiente
Aunque muchos de los visitantes –como también sucede en las fiestas del Pilar–
encontraron acomodo en casas de amigos y familiares, los hoteles alcanzaron en 2008
la mágica cifra de 10.000 camas en oferta y vivieron su propio agosto: el efecto
Expo supuso un aumento de pernoctaciones del 115% respecto al año anterior. También
el sector servicios experimentó un impulso y, a pesar de que se avecinaba la gran
crisis del ladrillo que estalló en otoño, hacía años que el proyecto con epicentro
en el meandro transformaba urbanísticamente la ciudad.

¿Saben los jóvenes qué había en Ranillas antes del recinto de Expo? "No sé, supongo
que sería un bosque. O un descampado, o un solar. Pero, claro, pasa cerca el río,
así que árboles seguro que habría", reflexionan. Vera, Emma y Mar juegan al voley en
las playas del Ebro sin saber que son consecuencia de aquel cambio urbano. También
conocen la Torre del Agua, pero les queda más lejanos otros espacios como los
pabellones de España y Aragón, que apenas identifican. "Se construyeron más puentes,
pero no sé muy bien cuáles", dicen, aunque en más de una ocasión han visto el del
Tercer Milenio en ‘spots’ televisivos. El Parking Norte, por los conciertos de las
fiestas del Pilar y por el actual debate como posible ubicación del estadio de
fútbol, es otros de los espacios que los jóvenes sí relacionan con la muestra, lo
que da qué pensar ante grandes edificios de talentos como Zaha Hadid o Patxi
Mangado, que catorce años después siguen esperando su oportunidad y se cansan de
acumular polvo y olvido.

Sergio Lou y Hugo Gutiérrez, nacidos ya en 2009, guardan un vago recuerdo del
telecabina (que se desmontó en 2015 y sus postes no se desanclaron hasta 2018) y
dicen tener ganas de conocer el Acuario Fluvial, otro de los atractivos
imprescindibles de la Expo y que ha permanecido abierto todos estos años contra
viento y marea. Es más, en su recepción queda una de las pocas figuras de Fluvi que
aún hay en el recinto, porque –aunque existe una plaza con el nombre de la mascota–
en su día se especuló que pudiera albergar una estatua, pero parece que con el
nombre fue suficiente.

"Todo el mundo en casa tiene un Fluvi. Ya sea en forma de muñeco, llavero, pin,
taza… Esa puede ser la razón por la que los niños no lo han olvidado y por la que
quienes no llegaron a conocerlo saben quién es", opina Juan Antonio Ibáñez,
presidente de la asociación Legado Expo. "En los colegios nos consta que los
pequeños siguen trabajando con él para temas medioambientales. En su día se
confeccionó mucho material didáctico y en las bibliotecas y en los colegios siguen
reclamándolo cuando explican temas sobre el ahorro del agua, la ecología, la
biodiversidad…", añade Ibáñez.

"Todo el mundo en casa tiene un Fluvi. Ya sea en forma de llavero, peluche, pin..."
Los jóvenes le dan la razón. "En mi casa hay una taza y un vaso azul de plástico en
los que sale la gotita de agua. También la he visto en unos bolis en casa de mis
abuelos", comentan, ajenos –eso sí– a que el Ayuntamiento también hace uso del
diseño del catalán Sergi López para informar sobre los consumos de agua en la
factura de los zaragozanos. Fluvi tuvo una serie de dibujos animados, con 13
capítulos y temibles enemigos como Sec y Raspa, pero no gozó de mucha repercusión.
También se hicieron cómics, surgieron nuevos personajes como los ‘posis’, se coló al
muñeco en programas como ‘Caiga quien caiga’, ‘Camera Café’ o ‘Los Lunnis’, pero el
bicho acuoso de aspecto marciano no dejó la huella de sus predecesores Cobi o
Curro.
En las fotos de 2008 aparecen Gloria Estefan con un pin de la Expo, el futuro
emperador Naruhito con un peluche e, incluso, Penélope Cruz con un escudo de la
ciudad tuneado con ‘fluvis’. "Nos han contado que hubo muchos conciertos y vinieron
muchos famosos", dice Vera, que –como es natural– no conoce a muchos de los artistas
que desfilaron por el Anfiteatro 43 (Alanis Morissete, Calamaro, Patti Smith, Paul
Weller, Antony and The Johnsons, Björk...). Sí se sorprende de que Shakira actuara
en la pre-Expo e hiciera promoción de la muestra (por más que llamara Furby a
Fluvi).

"Sabemos que la feria la inauguró el Príncipe, ¿no?", comentan los catorceañeros.
Correcto. La Casa Real se volcó en pleno en la exposición internacional con cinco
visitas (dos de ellas de los entonces Príncipes de Asturias), si bien también se
dejaron caer a orillas del Ebro otras muchas monarquías como la holandesa, la
japonesa, la marroquí y la monegasca.

Nostalgia y futuro
Mientras los adultos recuerdan la cabalgata del Circo del Sol o las filas para
conseguir un ‘fast pass’ (un pase rápido) en las máquinas del recinto, los jóvenes
no parecen muy interesados en lo que empiezan a ser ‘batallitas del abuelo’ cuando
se rememora la sidra de pera del pabellón de Lituania o los sustos acuáticos del
‘Hombre vertiente’. Las frutas megalómanas del pabellón de Aragón tampoco han vuelto
a verse desde 2008, a pesar de que la asociación Legado Expo sí ha venido rescatando
algunos elementos para la nostalgia e, incluso, en el quinto aniversario del estreno
organizaron una visita por la Torre del Agua con un niño como guía. "Los mayores no
intervenimos en ningún momento. Fueron los críos los que explicaban –o inventaban–
qué era la torre y cómo había surgido la escultura Splash", comenta Ibáñez.

Los jóvenes sugieren la diversidad como ‘leit motiv’ de otra hipotética muestra
internacional
Lo único que sí tiene claro toda la chavalería es el tema que vertebraba la Expo.
«El agua», dicen al unísono, poco antes de explicar que "más en Primaria que en la
ESO hemos tratado estos temas y la importancia de los recursos naturales". "Sabemos
que todo giraba en torno al agua y al desarrollo sostenible", dice Sergio Gutiérrez,
a pocos metros del a maqueta del que fue el pabellón del Faro. Lo que se llamó el
‘legado inmaterial’ de la muestra, el mensaje medioambiental, corrió incluso peor
suerte que la post-Expo urbanística, y la Carta de Zaragoza, con las conclusiones de
las tribunas y los debates, se quedó en un ejemplo más del voluntarismo dentro del
problema del cambio climático: pretendía convertirse en un nuevo protocolo de Kioto
para la ONU y hoy ya nadie la recuerda.

Pero, ¿sobre qué tema organizarían las nuevas generaciones un evento internacional?
¿La paz? ¿La moda? ¿Los videojuegos? Ellos lo tienen claro: el fútbol. Y para el
concierto inaugural tampoco tienen dudas: contratarían como invitado a Rauw
Alejandro. Ellas dan al tema alguna vuelta más y proponen como ‘leit motiv’ de una
hipotética muestra la diversidad y la igualdad. "Sigue siendo necesaria más
tolerancia y dar visibilidad a todos los colectivos", justifican. ¿Invitados de
renombre? "Estaría muy bien que vinieran Dua Lipa, Arón Piper –actor de ‘Elite’–,
Taylor Swift y, sobre todo, Harry Styles", comentan.
En los últimos años, para que los jóvenes zaragozanos no pierdan de vista un pasado
tan reciente como el de la Expo se han tratado de articular propuestas, unas más
afortunadas que otras. "Cuando paseas por Ranillas escuchas a un montón de padres
decir ‘aquí se hacía esto y allá esto otro’ porque es cierto que algunos espacios
son ya poco reconocibles", dice Ibáñez, que podría citar numerosos ejemplos de
rincones en horas bajas como los bancos ecogeográficos, el parasol al que faltan
decenas de láminas o el bosque sonoro, que ya no emite sonidos. El telecabina ya es
solo un recuerdo, los Ebrobuses otro –a pesar de lo que costó dragar el río y hacer
sus embarcaderos– y hay quienes sugieren que se vuelva a montar el iceberg en algún
aniversario redondo. También, entre las propuestas que el buzón municipal recoge de
los zaragozanos, figura la idea de hacer un cabezudo de Fluvi, claro que –suponemos–
desentonaría con el resto de la comparsa... ¿Quizá fuera más propio dedicarle uno a
Roque Gistau?

Fuente: Heraldo