Se alquila icono abandonado

Zaragoza, 15 de Junio de 2018

 

La Torre del Agua, el Pabellón Puente y los pabellones de España y Aragón durante la Expo de Zaragoza son, seguramente, los mayores logros arquitectónicos para la ciudad de aquel verano de 2008. Entre estas cuatro joyas suman una inversión de más de 180 millones de euros, así como premios, admiración y miles de fotografías y recuerdos. Pero en está década poco o nada se ha podido disfrutar de ellas.

Los grandes iconos de la muestra arrojan más sombras que luces. Fruto de la crisis económica y de los altos costes de mantenimiento, la reutilización de estos emblemas no ha sido posible. Tan solo el Pabellón Puente ha abierto sus puertas como pasarela peatonal y ha ofrecido propuestas culturales. Además, Ibercaja y la DGA prevén reorientarlo como espacio dedicado a la movilidad.

No ha tenido esa suerte el Pabellón de Aragón, propiedad del Gobierno de Aragón. En estos diez años no se ha invertido ni un euro en mantenimiento, lo que ha obligado ahora a licitar una reforma para actualizarlo. Ha tenido muchos pretendientes, pero sigue cerrado y sin uso. Tampoco tiene inquilino el Pabellón de España, que acumula casi tantos anuncios de reapertura como obras de mantenimiento por desperfectos. De momento, espera la oferta definitiva, que todavía no ha llegado.

Por su parte, la Torre del Agua ha acogido eventos puntuales y, gracias a la asociación Legado Expo, alguna visita guiada. Su particular disposición y el alto coste de mantenimiento han impedido su reutilización.

En cambio, el Palacio de Congresos y el Acuario fluvial mantienen una importante actividad en Ranillas, y marcan el camino para la reconversión del recinto.

Torre del Agua: El más visible de los vacíos de la Expo sigue sin proyecto

Fue el emblema, el más alto y más visible, el más espectacular de los edificios que vieron la luz con motivo de la Expo de Zaragoza de 2008. Y quizá por ello sea el vacío que más chirría diez años después de la cita que cambió la fisionomía de la capital aragonesa. La Torre del Agua sigue cerrada –salvo puntuales excepciones– y sin proyecto que le dé una segunda vida y le devuelva a los zaragozanos uno de sus iconos perdidos.

Con sus 76 metros de altura, la obra del arquitecto Enrique de Teresa es un referente del ‘skyline’ de la ciudad, pero su planteamiento inicial dejó pocas opciones para su futuro. En el interior se barajó la posibilidad de crear un museo, y en la azotea un restaurante.

Pero lo cierto es que no se ha conseguido dotar de contenido a la torre, que cuenta como principal atractivo con unas vistas privilegiadas de la ciudad desde su parta más alta y con la espectacular escultura ‘Splash’, de Pere Gifre y Program Collective. Ninguna de las dos propuestas son accesibles hoy en día, salvo para aquellos privilegiados que consiguen plaza en las limitadas visitas guiadas que ofrece la asociaciónLegado Expo Zaragoza.

Mientras tanto, aunque la DGA –que cuenta con la participación mayoritaria de Expo Zaragoza Empresarial–, ha intentado reabrir el inmueble con motivo de la celebración del décimo aniversario, las “serias deficiencias” que sufre el sistema contraincendios lo han impedido hasta la fecha. Para resolver este problema se licitaron las obras de reparación con un coste de 41.000 euros destinados a sustituir 83 válvulas y tres manómetros de la red que distribuye el agua a lo largo del edificio y reponer el equipo óptico analógico del sistema de detección automática de incendios, entre otras mejoras.

Durante la Expo, el inmueble acogió a un incesante torrente de personas que recorrieron el pasillo que asciende hasta las alturas pegado a su fachada interior. La planta tiene forma de gota, y su estructura exterior está compuesta por cientos de luminarias que adquieren un color azul en las horas nocturnas.

Un sistema que, por cierto, también ha sufrido numerosas averías por la falta de mantenimiento. Hasta ahora, solo se ha permitido la celebración de puntuales eventos comerciales, sorteando la exención en el pago del IBI que disfruta al ser un Bien de Interés Cultural (BIC). Este fue, junto al falta de acuerdo político, unos de los principales motivos para que la torre mantuviera todo este tiempo las puertas cerradas.

Pabellón Puente: La joya más cara será un espacio para la movilidad

El pasado 1 de mayo el Pabellón Puente reabrió sus puertas, tras cinco meses cerrado, como pasarela peatonal que une el barrio de La Almozara con el recinto de la Expo. La previsión, como ya ocurriera otros años, es que permanezca así hasta el 31 de octubre en horario de 10.00 a 14.00 y de 17.00 a 20.00. Los zaragozanos pueden de esta forma disfrutar durante la época estival de una de las infraestructuras más impactantes que dejó la muestra de 2008. Sin embargo, colectivos como Legado Expo reclaman que se aprovechen el resto de sus dependencias y denuncian síntomas de deterioro.

La obra de la arquitecta británico-iraquí Zaha Hadid, fallecida hace dos años, se convirtió inmediatamente en una de las estrellas del recinto de Ranillas por su innovador diseño, con un solo punto de apoyo y diferentes anchuras a lo largo de su despliegue sobre el río Ebro. Quizá por ello también representó un enorme reto para Arup, la empresa que se encargó de la ingeniería del proyecto y de convertir en realidad los bocetos de la ganadora de un premio Pritzker en 2004.

Los 25 millones de euros presupuestados se dispararon a más de 80 por las complicaciones en la construcción de una infraestructura metálica que pesa 5.200 toneladas. Para la cubierta exterior se emplearon 29.000 piezas triangulares de diferentes tamaños y curvaturas y de diez gamas distintas de grises como si de las escamas de un enorme tiburón que sale del agua se tratara. Las obras de construcción se apuraron prácticamente hasta el día de la inauguración de la muestra.

Tras la Expo de 2008, Ibercaja se hizo cargo del Pabellón Puente, en el que ha programado actividades culturales. Junto a este uso y el de pasarela peatonal, el edificio ha sido un importante polo de atracción para las compañías publicitarias y automovilísticas. Ahora, la entidad bancaria y el Gobierno de Aragón prevén reorientar esta joya como espacio para la movilidad sostenible y la ciudad inteligente, que incluirá espacios expositivos para todos los públicos.

Pabellón de Aragón: Una imponente cesta sin oficio ni beneficio

Costó 27 millones de euros y fue uno de los iconos de la Expo.Pero como tantos otros, sigue cerrado, vacío y abandonado diez años después. El Pabellón de Aragón tiene la forma de una cesta metálica de 25 metros de altura que acogió durante la muestra el audiovisual ‘Sinfonía de Aragón’ de Carlos Saura.

En su azotea, unas curiosas frutas hinchables remarcaban la imagen pretendida por los autores de la obra, los arquitectos Olano y Mendo, pero desaparecieron hace una década. En cuanto al interior, suma una superficie de 4.995 metros cuadrados con sus dos actuales plantas, que se podría duplicar con la ejecución de dos forjados intermedios, por lo que su reconversión tras la Expo tenía mejores perspectivas que otros iconos, como la Torre del Agua.

Sin embargo, y pese a contar con una larga lista de proyectos y propuestas en los últimos años, la cesta sigue vacía. Se estudió la posibilidad de implantar una biblioteca, o las sedes de consejerías de la DGA, como Educación o Justicia. Pero el Gobierno de Aragón no ha concretado ninguna de estas iniciativas públicas, ni el sector privado ha presentado ofertas convincentes.

Mientras tanto, el mantenimiento del inmueble ha sido nulo, por lo que requiere de un importante lavado de cara. Para ello, Expo Zaragoza Empresarial ha licitado unos trabajos de rehabilitación por valor de 300.000 euros con los que hacer de una vez todo el trabajo que no se ha hecho desde 2008. La idea es dejar el pabellón en perfecto estado para que quien esté interesado en ocuparlo pueda hacerlo sin problemas desde el primer día.

Pabellón de España: En el más pretendido crecen las telarañas

El edificio con más pretendientes desde que acabara la Expo de Zaragoza sigue soltero. Diez años después, las elevadas exigencias económicas para mantener el Pabellón de España han ahuyentado a cualquier interesado en ocuparlo, mientras los desperfectos por el abandono y el paso del tiempo han hecho mella y han obligado a invertir en costosas reparaciones.

Durante la celebración de la muestra de 2008, esta obra del arquitecto navarro Patxi Mangado de 10.000 metros cuadrados se convirtió en un nuevo icono de la ciudad y en uno de los más demandados por los visitantes al recinto de Ranillas. Bajo la temática de ‘Ciencia y Creatividad’ y un diseño impactante y sostenible, el edificio albergó exposiciones que giraron en torno al cambio climático y a la protección del planeta, así como conciertos y actuaciones de baile y danza.

Sin embargo, el pabellón fue en sí mismo un mensaje de compromiso medioambiental por la sostenibilidad y el uso adecuado de los recursos. Mangado recreó un bosque de bambú sobre un lago de agua con 750 pilares de barro y todos los avances de la época en cuanto a eficiencia energética. Tras la clausura de la Expo, el Ejecutivo central anunció su intención de instalar en el edificio el Instituto de Investigación sobre el Cambio Climático, un consorcio integrado por los ministerios de Economía y Agricultura, el Gobierno de Aragón, el CSIC y la Universidad de Zaragoza. Nunca llegó a ver la luz y cinco años después, en 2013, se desechó la idea.

Desde entonces, los diferentes gobiernos han recibido y estudiado diferentes propuestas para dar un uso al pabellón. Organismos públicos como Tráfico, o instituciones como la Universidad de Zaragoza, que valoró la posibilidad de ofrecer allí estudios de posgrado, han estado encima de la mesa. Ninguna se materializó, principalmente por los altos costes de mantenimiento. Tampoco prosperó la propuesta de la Fundación para el Fomento del Arte, la Ciencia y Objetivos Peleontológicos Singulares (Facops) para crear un museo con recreaciones de dinosaurios.

Mientras tanto, el inmueble ha sufrido daños por el paso del tiempo y la falta de uso, en especial, la caída de losetas. El año pasado se rehabilitó con 443.400 euros.

Palacio de Congresos: Una tribuna perfecta para el visitante

Tiene 22.200 metros cuadrados repartidos en tres espacios: un gran vestíbulo central, una sala multiusos para ferias y exposiciones y un auditorio con capacidad para 1.400 personas. Además, cuenta con una veintena de aulas modulares distribuidas en tres plantas. Con esta oferta, el Palacio de Congresos se ha convertido en un referente para la celebración de eventos, muestras o conciertos en sana competencia con el Auditorio de la Romareda.

Es una de las escasas luces que brillan entre la oscuridad del legado inmobiliario de la Expo. El edificio fue diseñado por los arquitectos Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano y ha dado respuesta a las necesidades de la ciudad y, en concreto, del recinto de Ranillas. Sin ir más lejos, hoy alojará la fiesta de celebración del décimo aniversario de la Expo.

El edificio se abre a la gran plaza peatonal Lucas Miret Rodríguez, concurrida zona de paso durante los fines de semana entre el Pabellón Puente y el Parque del Agua. A las puertas del Palacio se encuentra el ‘Alma del Ebro’, obra del escultor Jaume Plensa, uno de los atractivos más fotografiados por visitantes y curiosos.

Durante esta última década, el Palacio ha conseguido convertirse en el referente para la celebración de congresos, un negocio en auge que solo el año pasado dejó 48 millones de euros en la capital aragonesa. Es el impacto económico que tuvieron los 507 eventos que acogió Zaragoza, que propiciaron la llegada de 117.500 delegados.

Pero no solo de congresos vive esta infraestructura. Ferias y exposiciones llenan de contenido cada fin de semana su sala multiusos, mientras que el escenario del auditorio alberga tanto conciertos como obras de teatro o los musicales más aclamados.

En el transcurso de la muestra de 2008, el edificio fue sede de la Tribuna del Agua. Este foro de debate reunió durante 93 jornadas a científicos, políticos y agentes sociales con la intención de analizar las estrategias medioambientales y avanzar hacia nuevas medidas y aplicaciones prácticas. “Recopilar y sintetizar conocimiento universal para contribuir a reorientar y mejorar los modelos y sistemas vigentes en materia de agua y desarrollo sostenible para el siglo XXI, todo ello bajo la óptica de la innovación”, destacaba su hoja de objetivos.

Anfiteatro: Los ‘peques’ salvan un espacio infrautilizado

Pocos reparan todavía en su existencia pero, desde 2008, Zaragoza cuenta con un escenario idóneo para actuaciones al aire libre en los meses donde la meteorología da una tregua a la ciudad. Es el Anfiteatro de la Expo, asentado en el frente fluvial del recinto de Ranillas. Cuenta con un aforo de 7.000 personas, y por allí han actuado artistas de primera fila nacional e internacional.Hace tiempo, sin embargo, que no suena ningún acorde ni el público pide bises.

Como buena parte de los iconos de la Expo, el Anfiteatro está infrautilizado. Tan solo las actividades de Río y Juego –la programación infantil más exitosa de las fiestas del Pilar–, consigue abrir este espacio a los zaragozanos, aunque sea durante una semana al año. El resto del tiempo, su graderío se muestra abandonado y con síntomas de deterioro más que por vandalismo, por la exposición a las inclemencias del tiempo sin los cuidados necesarios.

Asociaciones como Legado Expo reclaman que vuelva la programación al recinto, y que el Gobierno de Aragón invierta en su conservación.

La idea es recuperar, al menos en parte, lo que en un tiempo llegó a ser uno de los recintos más populares de la capital aragonesa. Durante la Expo se pudo disfrutar de la música de artistas como Enrique Morente, Salif Keita, Toumani Diabate, Björk, Chambao, M-Clan, Calamaro o Paul Weller, entre otros.

Pero no solo de música vivió este recinto. Por ejemplo, cientos de seguidores de la selección nacional de fútbol siguieron durante la Expo a través de las pantallas gigantes instaladas en las inmediaciones del Anfiteatro la exitosa Eurocopa de 2008.

Tras la muestra, el Ayuntamiento intentó mantener el pulso, y varios festivales de música llevaron hasta su escenario a nombres como Alpha Blondy, Dulce Pontes, Love of Lesbian o Los Planetas. La propuesta no duró mucho, y el Anfiteatro sigue a la espera de otra oportunidad.

Acuario: La honrosa excepción que no para de crecer

Largas filas rodearon el Acuario fluvial durante la celebración de la Expo de 2008. Fue una de las ‘atracciones’ preferidas por los visitantes, en especial por los más pequeños. Y eso pese a que la instalación se encontraba entonces al 10% de su capacidad para alojar animales, y a que los que había, todavía no habían alcanzado su tamaño más impactante.

Sin embargo, tras la clausura de la muestra, el Acuario sufrió una travesía por el desierto. La crisis paralizó los proyectos de reconversión del recinto de Ranillas, lo que dejó los estanques fluviales aislados y sin un entorno atrayente para los zaragozanos y visitantes.

La propiedad cambió de manos en 2012, y los nuevos gestores, los mismos que dirigen el Parque de Atracciones de la capital aragonesa, le dieron un nuevo impulso. Gracias, además, a la paulatina reconversión del recinto, la llegada de empresas y el desembarco de la Ciudad de la Justicia, el Acuario no ha parado de crecer. El año pasado recibieron 92.000 visitantes, más del doble que hace 5 años, cuando se registraron 44.000.

El edificio cuenta con 8.000 metros cuadrados construidos, de los que más de 3.400 son expositivos. El tanque central, con sus 9 metros de profundidad, más de 45 metros de longitud y entre 8 y 9 metros de ancho, es el mayor acuario de agua dulce de Europa.

En sus 70 peceras, ha pasado de tener 90 especies a más de 300 y de menos de 1.000 ejemplares a en torno a 5.000, lo que le ha permitido convertirse en la tercera instalación de estas características más grande del mundo. La propuesta expositiva se centra en torno a cinco grandes ríos: Nilo, Mekong, Amazonas, Murray-Darling y el Ebro. Sin embargo, sus grandes protagonistas siguen siendo una pareja de cocodrilos –el macho pesa más de 300 kilos–, aunque también los titis y las arapaimas.

Además, el edificio ofrece una amplia programación de actividades, cursos de buceo, visitas de centros escolares, celebraciones de eventos, formación en biología… El conjunto se completa con el restaurante Aquarium, en la planta alta, que da acceso a una de las terrazas con mejores vistas del recinto de Ranillas y de la ciudad.

Fuente: EL periodico