"La Exposición de 1908 trajo la modernidad a Zaragoza"

Zaragoza 24 de Enero de 2013

Hace 105 años, en 1908, se celebró en Zaragoza la Exposición Hispano-Francesa, que se ubicó en la actual plaza de Los Sitios. La llegada de esta muestra internacional supuso grandes cambios para la ciudad, pues no sólo significó la eclosión del estilo modernista y ecléctico en la arquitectura zaragozana para dar paso a la modernidad, sino que representó el comienzo del desarrollo urbanístico de la ciudad.

El arquitecto y profesor titular de Proyectos de la Universidad de Zaragoza Carlos Labarta analizó esta evolución en el ciclo de conferencias “Zaragoza 1900-2012: de la arquitectura modernista a la ciudad de futuro”, organizadas por el Colegio Oficial de Arquitectos de Aragón y la Obra Social de Ibercaja. Unas charlas que se prolongarán hasta el próximo 31 de enero.

Labarta se encargó de desgranar el periodo comprendido entre 1900 y 1985. A lo largo de esos años la ciudad vivió su eclosión, pasando de ser una pequeña urbe a convertirse en una de las ciudades más importantes del país.

PREGUNTA.- ¿Qué supuso la celebración de la Exposición Hispano-Francesa en el desarrollo urbanístico de la ciudad?
RESPUESTA.- La celebración de la Exposición de 1908 supuso la consolidación del ensanche de Santa Engracia de Zaragoza y nos dejó alguno de los edificios más significativos de la arquitectura de esa época como el Museo de Zaragoza, el Grupo Escolar Gascón y Marín o la Escuela de Artes y Oficios. En este sentido, a partir de esa época se inicia una arquitectura que conjuga la modernidad, de la mano de Fernando García Mercadal, olvidando la arquitectura modernista y ecléctica que hasta entonces había acontecido en la ciudad.

P.- ¿Cuándo y cómo comenzó la expansión de la ciudad hacia el sur?
R.- En los años 1928-1930 es cuando la ciudad comienza a desarrollarse notablemente por la Gran Vía, Paseo de Sagasta y la avenida de Madrid, expandiéndose hacia el sur. Pero el origen fue en 1908 con la Exposición Hispano-Francesa donde empieza a desarrollarse el ensanche de Santa Engracia, actual plaza de los Sitios y alrededores.

P.- ¿Cómo evoluciona la arquitectura en este periodo?
R.- Evolucionó desde unos paradigmas historicistas, modernistas con ciertos aires eclécticos, como tenían esos edificios que se crearon en torno a la plaza de Los Sitios, hacia una arquitectura moderna, mucho más abstracta y austera en su concepción. Este cambio vino de la mano de la creación, por parte de García Mercadal del Rincón de Goya, de 1928, de estilo racionalista. A partir de ahí continúa evolucionando con arquitectos como los hermanos Borobio, Miguel Ángel Navarro o Secundino Zuazo, que fue una importante figura en el desarrollo de la arquitectura española de la II República.

P.- ¿Qué caracterizaba a la arquitectura de esta época?
R.- Las características más destacadas podríamos decir que es la ejemplaridad en la sencillez, en la racionalidad, una arquitectura al servicio del programa al que debe dar cuenta y alejada, a su vez, de muchas arquitecturas que habían estado más en boga y que pretenden considerarse como efímeras.

P.- La plaza del Pilar que conocemos hoy en día, era muy distinta a la de los años 30. ¿Cómo ha sido su transformación a lo largo de los años?
R.- Durante la Posguerra se llevó a cabo la reparación de los destrozos que provocó la contienda. En Zaragoza comenzó la reconstrucción de la ciudad que estuvo caracterizada por el intento de marcar hitos urbanos que dejasen huella de los hechos victoriosos y sirvieran de acicate para la reafirmación patriótica que diera impulso a una nueva mentalidad apoyada en la ideología del régimen.

Fruto de ello surgieron la plaza de las Catedrales, actual plaza del Pilar, el Altar Patrio o la Iglesia de San Antonio y Mausoleo de los Italianos. En concreto, se quiso ampliar la plaza de la Basílica del Pilar hacia La Seo y hacia San Juan de los Panetes, lo que supuso la demolición de varias calles y edificios de manera que la nueva plaza de las Catedrales uniera estos tres edificios religiosos en una amplia explanada, adquiriendo el tamaño que tiene actualmente.

P.- ¿Cuándo llega la modernidad a Zaragoza?
R.- De 1940 a 1980 son años en los que la modernidad arquitectónica se consolida en la ciudad de la mano de arquitectos como José de Yarza o José Romero. Si bien hay también otros eclecticismos y academicismos, por ejemplo, la iglesia de San Antonio de Torrero, obra de los años 40 de Víctor Eusa. Esta construcción, abrazada a la modernidad, todavía mantiene unos ecos del eclecticismo y del academicismo anterior.

La modernidad en Zaragoza viene también ligada a la expansión en los años 50 y 60 de los cines como atracción y ocio de la población, que abandona ya la posguerra y se inicia en un bienestar. De este periodo son el cine Fleta y el cine Dorado de Santiago Lagunas, que es autor también del Seminario Metropolitano de Zaragoza o de la Clínica San Juan de Dios.

La figura de José Romero también es clave en la modernidad zaragozana. Es un arquitecto vinculado a la tradición local por el uso del ladrillo, la contención de toda su arquitectura, pero también abrazando la modernidad en obras tan importantes como el colegio mayor y la iglesia del Carmen, en paseo María Agustín, o las viviendas de Isabel la Católica,12.

P.- Además, muchos de los colegios de Zaragoza se construyeron en esta época…
R.- La arquitectura escolar ha sido en Europa, y en otras regiones de España, banco de pruebas para el desarrollo de la arquitectura moderna. En nuestra ciudad, salvo contadas excepciones, los colegios que fueron ejecutándose en las décadas de los cincuenta y los sesenta, tanto públicos como privados, optaron por una arquitectura racionalista, impregnada de valores locales traducidos en el uso del ladrillo. Más que de una arquitectura moderna, propiamente dicha, estos centros devinieron en un digno regionalismo, riguroso y solvente, pero heredero de composiciones clásicas. No fue así en otras partes de nuestra región con interesantísimas propuestas modernas como la antigua Universidad Laboral de Huesca obra de José López Zanón o la Escuela de Artes y Oficios de Teruel, firmada por José María García de Paredes.

Fuente: Aragonpress